La revolución de los módulos prefabricados: un baño o una cocina en 24 horas

Todos sabemos lo que supone reformar el baño o la cocina: polvo, escombros, imprevistos y entre cuatro y seis semanas de trabajo. ¿Y si la obra fuera limpia y se finalizara en un solo día?

En eso consiste la revolución de los módulos prefabricados en la construcción. Se trata de industrializar los procesos, es decir, de realizar la obra en plantas de fabricación para que tan solo haya que realizar el montaje en el inmueble.

De esa forma se puede construir un edificio completo o una sola estancia, incluyendo los paneles que recubren las paredes y techos, la instalación de electricidad, el sistema de fontanería, los sanitarios, la grifería, incluso los muebles de la cocina y el baño.

Conspace es la empresa pionera en España dedicada a crear módulos a medida de los clientes. En su planta a las afueras de Navalcarnero (Madrid) se han producido en el último año 500 unidades de baños prefabricados.

 

Todo medido al detalle

El proceso de fabricación comienza con un estudio pormenorizado del espacio en el que se realizará el trabajo, teniendo en cuenta las necesidades y los gustos del cliente, que puede decidir desde las calidades hasta los materiales y los colores de los módulos.

Con un programa 3D, se traza un plano al detalle con los elementos previstos y su colocación exacta. Todo tiene que ir a medida para que encaje con precisión. Eso además proporciona ahorros de tiempo y energía en el proceso de fabricación, y reduce al mínimo los residuos.

Otra de sus ventajas es la facilidad para reparar averías. “Este producto está pensado para que, en caso de una incidencia, el baño sea deconstruido, no demolido. Se retiran los paneles que van colocados sobre unas estructuras metálicas y, una vez detectado el problema y arreglado, se vuelven a colocar”, explican desde Conspace.

Pero los baños y cocinas prefabricadas también tienen un inconveniente, el precio. Se estima que al menos la factura se eleva un 15% sobre lo que sería una obra tradicional.

Tal vez para un domicilio particular no resulte demasiado rentable, pero sin duda lo es para establecimientos como hoteles, residencias y hospitales, donde una reforma de los baños supone cerrar plantas completas, con importantes pérdidas, mientras que con este sistema la reforma se puede realizar estancia a estancia, en una jornada, sin mayor incidencia.

El negocio de las reformas industrializadas es cada vez más lucrativo, pero queda ese último paso que logre economizar más los costes, optimizando los procesos para que sea una alternativa real a las obras domésticas. Cuando se consiga, el sector vivirá una revolución. ¿Quién no se pensaría cambiar con más frecuencia el baño o la cocina con un presupuesto más reducido y en un solo día?

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