Uno de los consejos de oro a la hora de llevar a cabo una reforma de cualquier envergadura es la de planificar su ejecución con el máximo detalle y antelación posible. Cuanto más nítidos se muestren en el horizonte los pasos a seguir, menores son las posibilidades de que surjan imprevistos o contrariedades por el camino.
En ocasiones, la reforma de una casa obedece a una necesidad inmediata, pero en otros muchos casos se trata de proyectos de mejora (por ejemplo, la renovación de una cocina o un baño que se han quedado un poco anticuados) que pueden proyectarse con mayor flexibilidad sobre el calendario. En todos estos casos, ¿cuál es el mejor momento para realizar una reforma?
Climatología y demanda por parte del mercado (de la que depende, directamente, la disponibilidad de profesionales) son los dos ingredientes fundamentales en el cóctel de factores que entran en juego a la hora de elegir uno u otro momento del año. Atinar con la elección puede influir en el buen éxito de la empresa, en la comodidad de los habitantes de la vivienda e, incluso, en el precio final. ¿Puedes elegir? Entonces, ¡benefíciate de ello!
Verano: no todos son ventajas
Como regla general, desde finales de la primavera hasta el final del verano es la época del año con mayor demanda de reformas y remodelaciones. Las ventajas son evidentes: más horas de luz natural, menor probabilidad de lluvias o rachas de viento y más tiempo libre que dedicar a la supervisión de la buena marcha del proyecto.
Todo ello hace del verano una buena época para, en general, cualquier tipo de reforma, sobre todo todas aquellas que requieren de trabajo en exteriores (apertura de ventanas, revestimiento de muros exteriores, cerramiento de terrazas, acondicionamiento de jardines…), aunque las obras interiores también se benefician de la aceleración de los tiempos de secado.
Ahora bien, el calor puede jugar alguna mala pasada, sobre todo en aquellas localidades con temperaturas extremadamente altas o un elevado porcentaje de humedad. En esos casos, los operarios encontrarán problemas para desarrollar su actividad en las horas centrales del día y, además, algunos materiales como el barniz, el yeso o el cemento pueden incluso llegar a agrietarse durante el proceso de secado.
Además, si la reforma requiere un permiso administrativo, en época estival la previsión debe ser doble: de no solicitarlos con tiempo suficiente podrían demorarse.
Otoño y primavera, cuidado con las lluvias
Por sus temperaturas más suaves, ambas estaciones son ideales para evitar todos esos inconvenientes que presenta el verano y, por ello, se tornan como los momentos idóneos para, por ejemplo, pintar, alicatar, renovar instalaciones eléctricas o realizar intervenciones en el sistema de calefacción. Encontrar profesionales disponibles tampoco suele suponer ningún problema ya que la demanda es moderada.
¿La principal desventaja? La imprevisibilidad de los cambios de tiempo en estas estaciones, más acusada en algunos territorios: una semana de lluvias retrasará irremediablemente cualquier proyecto.
Reformas en invierno, ¿es posible?
Aun en contra de lo que pueda parecer en un primer acercamiento, la climatología puede llegar a ser un factor clave para decidir embarcarse en una reforma en invierno. Esto es así, por ejemplo, en aquellas ciudades en las que las temperaturas del verano son extremadamente altas, como por ejemplo Madrid, donde, además, las precipitaciones durante las estaciones más frías son puntuales. El invierno es un buen momento, especialmente, para preparar con previsión la casa para el siguiente verano: los aparatos y las instalaciones de aire acondicionado son bastante más asequibles en esta época.
Por el contrario, hay supuestos en los que no se aconsejan las reformas invernales y otros en los que, directamente, son inviables. En el primer grupo, todas aquellas en las que la buena ejecución dependa del secado de los materiales (aunque, y cada vez más, existen productos de secado rápido disponibles con un pequeño sobrecoste). En las segundas, las que no se puedan realizar porque, por ejemplo, necesiten intervenir en la caldera de una comunidad de vecinos.
Como norma general, si el lugar donde se encuentra la vivienda adolece de inviernos duros en lo que se refiere a precipitaciones y vientos, mejor esperar. En el lado de los inconvenientes, además, la cantidad de días no laborables que el calendario suma entre diciembre y enero y las pocas horas de sol natural.
¿Cómo puedo ahorrar en mi reforma?
Además de la mayor o menor disposición de profesionales de la construcción, la época idónea para realizar una reforma en casa es posible que no coincida con el mejor momento para conseguir las materias primas. Los precios de los materiales fluctúan sensiblemente a lo largo del año por lo que, si existe la posibilidad, es más que conveniente hacer acopio de ellos aprovechando ofertas y rebajas y, por tanto, precios más ventajosos.