Los tranvías como transporte sostenible para Nueva York

Nueva York no es una ciudad para los vehículos privados. Al contrario de lo que es habitual en el resto de Estados Unidos, esta ciudad posee una extensa red de transporte público que, según su ayuntamiento, es utilizada cada día por más de la mitad de su población activa.

Sin embargo, ya no es suficiente. El rápido crecimiento de algunos distritos requiere de más conexiones y servicios que ayuden a reducir los 39 minutos de media que tardan los neoyorkinos en ir a trabajar.

En noviembre, el alcalde Bill de Blasio, presentó su plan para incrementar la comunicación bajo dos parámetros: accesibilidad y sostenibilidad. La propuesta es que en 2024 los distritos de Brooklyn (2,6 millones de habitantes) y Queens (2,3 millones) queden unidos por una nueva red de tranvías.

La alternativa sería desarrollar más la red de metro, pero el coste de construcción y mantenimiento sería mucho mayor que los 2.500 millones de dólares que se han presupuestado para este proyecto.

Por otra parte, los autobuses ofrecen menos movilidad en zonas de alta densidad de población y calles estrechas, un escenario habitual en Nueva York, al igual que en la mayoría de las urbes europeas. Además, una línea de tranvía cuadriplica la capacidad de una línea de autobús y es posible acoplar dos tranvías en caso de un incremento puntual de la demanda.

Por otro lado, resulta mucho más silencioso que cualquier motor de combustión, lo que ayuda a disminuir también la contaminación acústica. Y, necesita menos energía: un tranvía consume alrededor de 360 kWh, frente a los 180 kWh de un autobús, pero con una cuarta parte de su capacidad.

Parte del paisaje urbano

En el informe técnico del ayuntamiento neoyorkino también se menciona la intención de crear “paisajes urbanos de primera categoría”. Es decir, conciben el tranvía como parte de una imagen vanguardista de la ciudad, que tiene que ver con la limpieza, la seguridad y con la estética.

Los mismos argumentos plantean en Europa sus defensores. Barcelona, Vitoria, Dublín, Múnich, Frankfurt, Burdeos, Estrasburgo, Berlín, Viena, Praga, Ámsterdam, Atenas, Roma, Zaragoza, Oslo… Dentro de la Unión Europea hay casi 300 ciudades que disponen de redes de tranvías, alrededor de 12.000 kilómetros de vías urbanas.

A las ventajas técnicas se unen tradición e historia. El tranvía amarillo de Lisboa suele componer las postales turísticas de la capital portuguesa. Lo mismo pasa con los de Milán o Ginebra, donde las primeras líneas se inauguraron hace 150 años. Y en Melbourne, San Francisco, Hong Kong o Budapest los viejos modelos siguen cubriendo trayectos esenciales para la comunicación en sus almendras centrales.

Algunos expertos ya anticipan que los tranvías van a ser los sustitutos naturales de los vehículos privados en las zonas más turísticas y comerciales, al igual que se convertirá en el transporte esencial de los nuevos barrios con alta ocupación residencial. Sean cuales sean las futuras soluciones, la movilidad urbana solo será posible si es sostenible y limpia.

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