Fisuras y grietas en el edificio: ¿cuándo nos debemos preocupar?

Aparecen con frecuencia y suelen causar alarma porque no resulta fácil distinguir entre las roturas profundas, que son el peligroso síntoma de un problema estructural, y las que muestran un simple daño superficial. Ante la duda, hay que acudir a un arquitecto que valore el problema y ofrezca la solución más conveniente y segura.

En todo caso, siempre es aconsejable contar con alguna información que nos permita, al menos, saber cuándo debemos empezar a preocuparnos. Y para eso lo primero es aclarar la diferencia técnica entre una grieta y una fisura. Lo explicamos con la ayuda de la arquitecta Mónica Lombana.

La grieta: daño estructural y peligroso

Es una rotura profunda en el material que va más allá de la capa de recubrimiento y que, generalmente, tiene una abertura de al menos un centímetro. Se produce en los elementos principales de la estructura de un edificio, como pilares o muros de carga.

Lo habitual es que aparezcan por un mal cálculo de la presión que pueden soportar estos elementos o por lo que los expertos llaman un “asentamiento diferencial”. En él, lo que ocurre es que el suelo sobre el que se levanta el edificio no tiene una resistencia homogénea, sino que hay zonas menos sólidas que otras. Esto hace que el edificio tienda a hundirse en una parte, rompiendo así la estructura.

Sea cual sea la causa, es un problema muy serio y peligroso que exige la intervención inmediata de un arquitecto, que deberá:

  • Medir la profundidad del daño.
  • Evaluar la progresión de la grieta, colocando testigos que midan con qué rapidez se ensancha.
  • Valorar a qué elemento estructural está afectando. No es lo mismo una grieta horizontal en un muro secundario por efecto de una excesiva tensión que una vertical en un pilar principal, que anuncia que no resiste el peso de la estructura superior.

En definitiva, el experto deberá encontrar el origen del problema y proponer una solución que siempre pasa por reforzar la base y/o la estructura vertical, un proceso que, generalmente, es largo y costoso.

La fisura: un problema solo estético

Es un daño superficial en el material (pintura, yeso, escayola…) que recubre la pared o el techo. Son líneas estrechas que se generan por:

  • La dilatación y contracción provocados por los cambios de temperatura.
  • La mala calidad del material de recubrimiento.
  • Golpes y vibraciones.
  • El movimiento natural del edificio.

Sí, aunque parezca extraño los edificios se mueven, sobre todo los nuevos. De hecho, los cálculos se hacen para que sea así. Por ejemplo, los rascacielos llegan a tener una oscilación importante, como los juncos, para resistir los fuertes vientos.

Todas las fisuras se limitan a un problema estético que se soluciona picando el material de recubrimiento y volviendo a tapar y pintar. Y si el daño es leve, tal vez sirva con lijar la superficie y dar varias capas de pintura elástica en todo el paño.

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