Cuenta la leyenda que los aztecas buscaban una señal de los dioses que les indicara el lugar donde levantar una gran ciudad. Su rey paró a descansar junto al lago del bosque de Chapultepec y observó en lo alto de un nopal a un águila devorando una serpiente. Los dioses habían hablado. En torno aquel bosque se comenzó a construir Tenotichtlán, la capital del imperio azteca, hoy Ciudad de México, y el águila y la serpiente se convirtieron después en el escudo de la nación.
Chapultepec es desde entonces un templo de la naturaleza que guarda la memoria de los antepasados, además de un colosal pulmón verde que oxigena a los casi nueve millones de habitantes de una megalópolis que no para de crecer.
Su riqueza arqueológica, su biodiversidad, la conservación de sus parajes y las actividades culturales que allí se desarrollan han sido los argumentos de la organización internacional World Urban Parks para elegirlo como el mejor parque urbano del mundo.
Dentro de sus 678 hectáreas, lo que equivale aproximadamente a siete veces el parque del Retiro de Madrid, se ubican siete centros culturales, entre ellos el Museo de Antropología, el más importante de la ciudad, que recibe anualmente a dos millones de personas; también el Museo de Historia Natural y el de Arte Moderno.
Castillos, grutas y árboles de 500 años en este parque
Desde cualquiera de ellos se puede iniciar un paseo por la ecología, la historia y el mito. La primera parada sería el siempre florido jardín botánico, que acoge hasta 400 especies vegetales autóctonas. Próximo a él se ubica el zoológico de la capital. El camino puede llevar al visitante a contemplar El Sargento, un árbol que presume de ser el más viejo del bosque. Se ha calculado que tiene unos 500 años, por lo que tal vez sea cierto que, como se dice, fuera el propio emperador Moctezuma el que lo mandara plantar.
En la parte más alta de Chapultepec, sobre el cerro Chapulín, donde habitaban los dioses aztecas del agua y la lluvia, emerge un castillo del siglo XVIII que fuera ocupado por gobernadores y mandatarios, aunque los jefes del Estado más recientes prefirieran la cercana finca de Los Pinos, residencia oficial hasta que el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador, lo convirtió en museo.
Continuando con la caminata que descubre el bosque y sus secretos, merecería la pena visitar la caverna de Cilcalco, una gruta que para los nativos prehispánicos era un pasaje entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Para finalizar, hay que volver al lago, el origen de todo y el lugar de encuentro de familias, amigos y parejas que acuden para pasar una jornada de fin de semana entre puestos de comida, zonas de juegos infantiles y mariachis para amenizar la fiesta popular.