Hace unas semanas se conocía que un consorcio formado por los fondos de inversión PSP y Drago Capital se hacía con el complejo inmobiliario Castellana 200 por una cantidad que ronda los 140 millones de euros. “Estamos muy contentos por esta operación. Castellana 200 es un activo de gran calidad en una excelente ubicación y supone una decidida apuesta por el mercado español y su recuperación”, señalaba un portavoz de Drago Capital.
En efecto, la compra evidencia las dos características que están configurando la nueva expansión del sector inmobiliario en España: llega cada vez más capital extranjero y se buscan propiedades de alto valor situadas en zonas especialmente atractivas, y pocas lo son tanto en la capital como el Paseo de la Castellana.
Humphrey White, Head of Commercial de la inmobiliaria Knight Frank, lo explica así: “Existe muchísimo interés en la zona prime de oficinas de Madrid por parte de inversores, tanto nacionales como internacionales, entre otras razones porque la tasa de disponibilidad de estos edificios de calidad es realmente baja, por debajo del 6%”.
Es decir, la oferta de ventas y alquileres es escasa porque las principales empresas quieren estar en la Castellana y su entorno. Un corazón financiero de Madrid que parte de la plaza de Colón y se prolonga a lo largo de más de seis kilómetros hasta las Cuatro Torres, los edificios más altos de España, en el entorno de Plaza de Castilla. Por tanto, lo poco que existe en el mercado es objeto de interés de los grandes inversores, que conocen la rentabilidad de esas operaciones.
Esa es la razón de que Castellana 200, un megacomplejo de casi 40.000 m² de oficinas y zonas comerciales, estuviera poco tiempo en el mercado. O de que los petrodólares de Abu Dabi, a través del fondo de inversión IPIC, comprara a finales del año pasado la Torre Foster –uno de los cuatro rascacielos del eje norte– por 450 millones de euros. O de que El Corte Inglés, propietario de la Torre Titania, situada junto a su centro comercial de Nuevos Ministerios, pueda llegar a pedir 11.000 euros por m².
Atractivo con historia
En la Castellana se han concentrado históricamente los deseos de expansión y modernización de la ciudad. Ya en el siglo XIX, los urbanistas reales decidieron expandir Madrid hacia el norte a través de un eje que partiera del Paseo del Prado, y en el que buscaron acomodo las principales familias de la capital que huían de un centro ya atestado.
Mansiones y palacetes proliferaron hasta la mitad del siglo XX, en muchos casos joyas arquitectónicas (el palacio de Xifré, el palacio de Anglada…) que fueron derribadas tras la Guerra Civil para reurbanizar la zona y convertirla en centro administrativo, hotelero y empresarial.
Por ejemplo, sobre el antiguo hipódromo, al que cada fin de semana acudían los acaudalados vecinos, se levantaron Nuevos Ministerios, y muy cerca se instalaron diversos organismos oficiales, se construyó el Palacio de Congresos y se erigió el estadio de Chamartín, hoy Santiago Bernabéu. El campo de fútbol del Real Madrid también va a ser protagonista en los próximos años de una operación urbanística que supondrá 400 millones de inversión en una remodelación profunda que incluirá junto al recinto deportivo un hotel y un centro comercial de lujo. El valor añadido que va a aportar elevará aún más el caché inmobiliario de la Castellana.
Las perspectivas, por tanto, apuntan a que las operaciones seguirán siendo importantes aunque escasas. El interés de los inversores choca con la escasa oferta debido a un proceso de recuperación económica que se evidencia en el incremento de contratación de oficinas: Madrid subió un 34% en 2013 con respecto al año anterior, según cifras oficiales, y en gran medida el aumento se centró en esta zona de la capital. No hay duda de que la Castellana sigue siendo el objeto de deseo de los inversores.
Imagen @Jose Manuel Segovia, distribuida con licencia Creative Commons BY-2.