Consejos para tener tu piscina lista para el verano

Para aquellos afortunados que disfrutan de una piscina propia en esta temporada veraniega, os damos los consejos necesarios, por si no lo has hecho ya, para preparar su piscina y darse el primer chapuzón de la temporada.

La preparación de las piscinas no se limita a vaciarla, llenarla y ya, sino que las piscinas requieren unos tratamientos específicos para garantizar su salubridad.

Lo primero que tenemos que hacer una vez vaciada la piscina es comprobar el estado de las paredes, que no haya grietas y que la depuradora funciona correctamente. Tras estas comprobaciones, es necesario hacer una limpieza profunda de paredes y fondo. Usemos para ello el limpia-fondos con el cepillo correspondiente. Es importante recordar que no podemos usar jabones, ya que estos pueden provocar reacciones con el cloro y otros productos químicos, además de que nos dejará espuma en el agua.

Después de la limpieza en profundidad echaremos un producto anti-algas que evite que salgan y, a llenar la piscina con agua nueva :). Con el agua lista, tendremos que realizar una cloración para desinfectar el agua y eliminar bacterias y microorganismos que puedan aparecer y añadir floculante para eliminar la materia orgánica que se apelmaza y se recoge en el filtro. Estos productos serán necesarios reponerlos en función del tamaño de la piscina y los factores del entorno.

Pero no podemos olvidar que la piscina tiene un mantenimiento semanal que va más allá de quitarle la hojas y los bichitos. Además de esto, será necesario de una forma diaria, limpiar el fondo, tarea muy sencilla si disponemos de un robot y sobre todo controlar el pH del agua. Recordad que el valor adecuado debe situarse entre 7.2 y 7.6. Para analizarlo llenar un vaso con agua (intentemos que no sea agua de la superficie) y añadir unas gotas o pastillas en la proporción que indica el fabricante. Se agita la mezcla unos segundos y comparamos el resultado del color con la muestra de control. Si el valor está por debajo del 7,2 el agua se convierte en ácida, por lo que se convierte en agua irritante para la piel y los ojos, aparte de que puede corroer los elementos metálicos de la piscina. Si por el contrario, el valor se encuentra por encima de 7.6, el agua se convierte en alcalina y atacará a la capa protectora de nuestra piel.

Si tienes en cuenta todos estos consejos y te conciencias de que el agua no se conserva por sí sola podrás disfrutar de un baño relajante ¡Listos para el primer chapuzón!

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